Hecho por Pastora Rodríguez Fraga
Muchas veces se considera
que la edad, la genética y el sexo
son los tres grandes factores de riesgo del Alzheimer. De estos tres, ya hemos
hablado de la edad y la genética. También es interesante investigar el factor
sexual, y es que el número de mujeres con Alzheimer es muy superior al de
hombres, y además su sintomatología es más grave.
Actualmente un 60% de los casos de Alzheimer son mujeres;
en Estados Unidos existen 5 millones de enfermos, y 3.2 millones de ellos,
mujeres. Muchas veces se atribuye este hecho a la mayor longevidad de las
mujeres: ellas viven más y es en edades avanzadas donde hay mayor incidencia de
Alzheimer. Sin embargo, solo esto no es suficiente para explicar este
desequilibrio. Estadísticamente, una mujer de 65 años presenta una probabilidad de 1/6 de desarrollar la
enfermedad, frente a la probabilidad de 1/11 en hombres de la misma edad.
Además, las mujeres presentan ritmos más rápidos de atrofia cerebral
(disminución del volumen cerebral) y pérdida de capacidad cognitiva. En
definitiva, la progresión de la
enfermedad es mucho peor. La explicación para todo esto la encontramos en la
genética y mecanismos patógenos de la enfermedad.
En primer lugar, existen diferencias genéticas entre hombres y
mujeres que van a afectar directamente al riesgo de padecer Alzheimer. Ya
señalamos el alelo APOE4 como principal factor de riesgo del Alzheimer tardío;
se ha demostrado que este riesgo que implica no es el mismo para los dos sexos.
Un estudio publicado en la revista Annals
of Neurology afirma que el riesgo
que confiere un solo alelo Apoe4 en hombres es insignificante, mientras que
en mujeres es mucho mayor: cerca del
doble. Una posible explicación implicaría los estrógenos de la mujer. A través
de experimentos con ratones, se ha descubierto que los estrógenos pueden
regular la expresión de la proteína APOE a nivel tisular. Si el alelo es APOE4,
la sobreexpresión del gen inducida por estas hormonas se asocia con los
síntomas del Alzheimer.
Por otra parte, los estrógenos también se han
relacionado con el envejecimiento del cerebro y el desarrollo de enfermedades
neurodegenerativas. Los estrógenos ejercen una función protectora del cerebro: favorecen
la expresión de especies antioxidantes y con ello reducen la producción de
especies oxidativas por las mitocondrias. Por esta razón las mujeres suelen
vivir más que los hombres. Por tanto, el descenso brusco de estas hormonas en
la menopausia significa perder este mecanismo de defensa. En el Alzheimer, la
toxicidad de la proteína Aβ produce toxicidad se debe al aumento del estrés oxidativo: los radicales libres
resultantes son los responsables del daño al ADN neuronal. De esto se deduce
que una mujer sin estrógenos que “compensen” este aumento, es más vulnerable a
la toxicidad de Aβ, lo que explica la progresión más rápida de la enfermedad en
este sexo. Un descubrimiento que apoya esta teoría es la presencia de niveles
menores de especies reactivas de oxígeno inducidas por Aβ en mujeres jóvenes, niveles
incluso inferiores a los presentes en hombres. Es decir, que las mujeres jóvenes están “protegidas” frente a
la toxicidad de Aβ. Sin embargo, en mujeres menopaúsicas, se encontraron
concentraciones de peróxidos muy superiores, ahora sí, mayores a la de los
hombres.
Podría parecer que esto
último contradice lo dicho anteriormente sobre los estrógenos: si demasiados
estrógenos producen sobreexpresión de APOE4 y esta se asocia a fenómenos
patológicos, ¿cómo podemos decir que los estrógenos son protectores? Para
entender esto, es necesario recordar que la función de APOE se relaciona con la
retirada de proteína Aβ. El alelo APOE4, se desconoce exactamente cómo, pero
impediría un transporte adecuado, produciéndose una mayor acumulación de
proteína amiloide-β y la formación de placas. En contra, se cree que otro
alelo, el APOE2, optimizaría este transporte y ejercería entonces una función
“protectora”.
Por último, existe otra
diferencia notoria a nivel genético entre hombres y mujeres: la progresión del fenotipo X-PCS. La separación prematura
de los centrómeros (PCS) es una manifestación de inestabilidad cromosómica que
se asocia a enfermedades neurodegenerativas. En el Alzheimer predomina la
mutación del cromosoma X; esta alteración promueve neurodegeneración y pérdida
de coordinación (ataxia) progresivas. Se ha observado que el X-PCS es mucho más
frecuente en mujeres que en hombres. Esto podría deberse a la inactivación del X: se ha observado una
replicación asincrónica entre el par de homólogos de los genes que normalmente
están inactivos en el cromosoma silenciado. La replicación asincrónica vuelve
al cromosoma más inestable y aumenta su susceptibilidad a presentar PCS.
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Qué interesante la relación con el sexo femenino, desconocía que los niveles de estrógenos pudieran tener relación con la enfermedad!
ResponderEliminarPodrían tener algún tipo de efecto entonces los tratamientos hormonales a lo largo de la vida de la mujer? Ya sea como terapia hormonal sustitutiva en la menopausia, tratamientos hormonales para lograr un embarazo o como anticonceptivos?
Muchas gracias y enhorabuena por el blog!